El médico analiza desde su experiencia académica y profesional los cambios que se produjeron en la formación de profesionales de la salud y el desarrollo social que trajo aparejado la creación de nuevas Universidades Nacionales.
Con 20 años de trayectoria como médico traumatólogo y especialista en Gestión de Salud, además de haberse desempeñado como profesor universitario y de haber hecho una amplia carrera en la gestión pública, Sebastián Bideberripe vivió de cerca las transformaciones que se dieron en la formación de profesionales de la salud desde su ingreso a la Universidad de La Plata en el año 1994 hasta el presente.
“El paso por la universidad fue una de las experiencias más importantes de mi vida y me marcó. Soy de Florencio Varela y en ese entonces no era como hoy que tenemos una Universidad Nacional propia, con una Facultad de Medicina de gran nivel”, explica Bideberripe, y recuerda que no solo era difícil acceder a la carrera para la gente de su barrio por la lejanía geográfica sino también porque el acceso era muy restringido: “Yo me tuve que preparar todo el último año de secundaria en Física, Química y Matemática para poder aprobar el ingreso”.
Perseverante y comprometido, cuando estaba en el último año de su carrera en La Plata Sebastián debió mudarse a Buenos Aires por trabajo y terminó sus estudios en la Facultad de Medicina de la Fundación H. Barceló. “Tenía prejuicios sobre las universidades privadas pero la formación fue excelente y guardo los mejores recuerdos de ambas instituciones”, destaca.
Una vez finalizada la carrera, Bideberripe realizó la residencia en traumatología en el Hospital Presidente Perón de Avellaneda, anteriormente llamado Hospital Finochietto. “Me especialicé ahí durante 5 años y después tuve el honor de que me eligieran como instructor de residentes así estuve en ese cargo por 3 años más”, recuerda.
Con respecto a las transformaciones que se produjeron desde sus épocas de estudiante, Sebastián advierte: “La formación profesional en Salud ha avanzado enormemente en los últimos años, en parte gracias a las aperturas de nuevas universidades nacionales. También se avanzó mucho en las formaciones, por ejemplo, en enfermería, instrumentación quirúrgica, y técnicos en laboratorio”. Y reconoce que “esa fue una política de estado tanto nacional como provincial que vino para mejorar todo el sistema de salud”.
Oriundo de Florencio Varela tanto él como su familia, Bideberripe asegura que “la región ha cambiado sustancialmente desde que llegó la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ) porque trajo equidad a un montón de gente que antes no podía acceder”.
Durante los años en los que se desempeñó como profesor titular de dos cátedras en la Facultad de Medicina de la UNAJ, Sebastián vio de cerca la transformación que generó la institución en la comunidad. “Estas universidades implicaron una ampliación de derechos que es indiscutible, yo conozco a muchos vecinos y vecinas trabajadoras que veían impensado acceder a la universidad y no sabés la alegría que significa ellos que sus hijos puedan ser profesionales”, destaca.
“Hoy la UNAJ está a la vanguardia no solo tecnológica sino también profesional. Los niveles educativos son muy altos. Las universidades nuevas que se crearon en el Conurbano, como la Universidad de la Matanza, la de San Martín, o la Jauretche de Varela han alcanzado un reconocimiento de nivel nacional e internacional que no tiene nada que envidiarles a las universidades tradicionales”, agrega.
El crecimiento y desarrollo de estas universidades nacionales “levantó la vara de la educación universitaria, terciaria y de la profesionalización en Salud”, advierte Bideberripe, al tiempo que remarca que “las nuevas universidades públicas provocaron que las universidades privadas también tuvieran que elevar sus estándares de calidad”. “Fue un hecho bisagra que mejoró la calidad de la formación en salud en nuestro país”, concluye.